Entrevistamos a Tom Chirinos, estudiante de la Facultad de Psicología, quien nos cuenta acerca de su experiencia en los diferentes voluntariados nacionales e internacionales en los que ha participado.
Tom nos relata que, su primera experiencia realizando voluntariados fue en la organización AIESEC. Una organización que recluta voluntarios de diferentes países para generar objetivos de desarrollo sostenible y desarrollar las habilidades blandas de las personas que se encuentran en poblaciones vulnerables.
Él nos narra que, la primera vez que realizó voluntariado en esta organización, tuvo la oportunidad de viajar a Bucaramanga en Colombia para trabajar con la “Fundación Divino Salvador” y enfocarse en una población que vivía en extrema pobreza.
Tom relata que, él y los demás voluntarios de la organización, realizaban clases educativas y actividades lúdicas con el objetivo de trasmitir valores a los niños y adolescentes de forma dinámica.
“La verdad que fue una experiencia muy bonita. Al principio me costó, porque era la primera vez que salía al extranjero solo, entonces fue chocante y, aún más fue el hecho de que cuando llegué había muchas personas procedentes de Brasil, todos hablaban portugués, yo no sabía nada de este idioma y eso hacía que a veces me sienta aislado. Sin embargo, días después, logré adaptarme a ese entorno y los voluntarios que, en un inicio, me parecían extraños; resultaron ser amorosos, serviciales y con el mismo sentido altruista. Cabe resaltar que los niños de esta fundación significaron mucho en mi vida e incluso, tengo fotos de ellos alrededor de mi cuarto», menciona Tom.
Luego de esta experiencia, Tom tuvo la oportunidad de viajar a Sucre en Bolivia para realizar otro voluntariado en el “Instituto Psicopedagógico San Juan de Dios” y trabajar con niños con habilidades diferentes.
“Al principio, fue un poco complicado porque no sabía cómo comunicarme con ellos. Había niños que te jalaban de la mano, no sabían ni quiénes éramos y a que veníamos. Había niños que te pegaban o simplemente te abrazaban fuerte y era extraño el hecho de no saber cómo comportarme con ellos debido a los prejuicios que existen. Luego, poco a poco me di cuenta que esos niños y adolescentes tenían mucho amor para dar y eran muy inteligentes.
Ellos tenían el alma de un niño con mucha esperanza y cada vez que nos veían se alegraban porque sabían que iban a divertirse con las actividades que les llevábamos. La verdad, tengo recuerdos muy buenos y tengo presente, sobre todo que, en los últimos días del voluntariado, ellos me agarraron bastante cariño porque ya estaba por irme y recuerdo que, me sujetaron de la mano, me miraron a los ojos y me dijeron “eres una buena persona” y eso me partió el corazón», nos narra Tom.
Tom resalta que, a través de la carrera de Psicología, aprendió a interactuar con los niños de manera empática, a preocuparse por su bienestar integral a largo plazo y que lo más importante de una persona son sus valores, más allá de los logros que tenga en su vida.
Finalmente, Tom nos cuenta que, en la actualidad, pertenece a un grupo de investigación que se enfoca en la intervención para reducir el estrés académico en la coyuntura actual.
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